Santa María de Zumarraga, conocida popularmente como La Antigua y catalogada como la Catedral de las ermitas, fue hasta 1576 templo parroquial de la hoy Zumarraga. Situada en las estribaciones del monte Beloki, domina un espléndido panorama natural y goza de la sombra de un bosque de encinos centenarios. A mediados del siglo XVI y alegando razones de lejanía y seguridad, los pobladores decidieron bajar al valle el templo parroquial. A partir de entonces La Antigua quedó como ermita.
Cuenta la leyenda que las piedras con las que se construyó la ermita fueron arrojadas por los «gentiles» desde Aznabarreta, haciéndolas pasar por encima de la sierra de Aizkorri. Estos «gentiles» son los gigantes de la mitología vasca, seres dotados de una fuerza descomunal y constructores de los dólmenes, los cromlechs, los menhíres, y las casas-torre.
El interior de la ermita se asemeja a un barco invertido. A excepción de muros y columnas todo él es de madera, donde han aparecido en la viguería los restos de unas pinturas de origen muy primitivo. La imagen de la Andra Mari que se venera en la actualidad no es la primitiva. Parece ser que aquella, de estilo románico, desapareció sin dejar rastro hace ya muchos años. Entre los documentos más antiguos que hacen referencia a Santa María de Zumárraga se encuentra una carta-concesión hecha por Enrique II de Castilla, al señor de Lazcano.